
Tu cuerpo fue por largo tiempo un mapa para encontrarme, una
búsqueda incesante de lo que soy, en tí. Fue por momentos territorio
conquistado, isla de naufragio. Tu cuerpo, mi símbolo, mi bandera, el himno de
derrotas y victorias, de cartas, llegó a mí en una botella que pedía al mundo
ser encontrada, y yo, conseguí tu mapa, y tu invariable forma de hacerme sentir
aventurera, girl scout en tierra virgen. El sentido de la orientación se ha
perdido, y mi brújula se despierta con sed cada mañana. Hoy este pañuelo se
viste de blanco y presenta su retirada, su despedida, el desgarre de mi ancla,
y parto en ascendencia a nuevas tierras. Con gusto las fogatas me sirvieron de
cobija para asesinar el frío, pero hoy he tejido mi propia manta y embarco con
ganas por el camino blanco, por los rastros que me deja la luna en el mar
dejándose encontrar. Adiós.

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