
Había sentido dolores agudos, desesperantes, que me hicieron gritar privada en el piso, como cuando mi abuela murió gracias al cáncer pero la última crisis tenía otros aspectos inmersos: me traicionaron, me mintieron, era un adiós doloroso… Pero era la pérdida más la indignación de que algo así viniera de alguien a quien amaba profundamente. Fue un dolor atorrante, de llorar horas en posición fetal, vomitar, no dormir, temblar, querer gritar, querer tomarme algo y no despertar hasta que el dolor se hubiese ido…Uno quiere huir, arrancarse del pecho el corazón y que ya pare, que ya no duela más.
- Empecé a comer, obligada, masticando a juro y colocando alarmas para recordarme la tarea. Mis amigos y familia estaban siempre pendiente de que hubiese comido.
- Compré unos tés y pastillas naturales para dormir en las noches, que es cuando a uno le da por pensar más y por lo tanto cuando más duele…Los tés son lo mejor, nada de medicamentos adictivos. Mami se acostaba conmigo a echarme cuentos de lo que sea hasta que me dormía, esto me ayudaba a no pensar.
- Me compré unos 3 libros que hicieron la diferencia en mi proceso: Manual para no morir de amor (Walter Riso), el cual me recomendó una amiga muy cercana, Del sufrimiento a la paz (Ignacio Larrañaga), Desapegarse sin anestesia (Walter Riso). Los leí, le dediqué horas de mi día a leerlos uno por uno. Desapegarse sin anestesia logró en mí que buscara pacientemente mi esencia, me volviera a descubrir y pudiera sentirme independiente, útil, digna y segura desde mi propia capacidad y potencial.
- Paré de ver películas de amor, de dramas, de problemas, y de oír música de amor, nostálgica, romántica, de despecho. Empecé a oír solo alegre, música pop o electrónica que me animara de verdad, que me hiciera sonreír. Nada de ver películas o escuchar música que haya visto con él.
- Hice una limpieza general de todo. Saqué 6 GB de información respectiva a él de mi celular, y de la PC y lo coloqué en una carpeta llamada: “JSAKASJASK”, que estaba oculta en un lugar del computador que nunca veo. Eventualmente hice clic y suprimir sobre esa carpeta y la desaparecí, hice contacto cero con la raíz de mi dolor.
- Quité de mi vista todos los objetos, regalos y recuerdos en mi casa. La limpieza fue total.
- Retomé la escritura tipo diario, primero en privado, para soltar todo el dolor y la rabia dentro, pero luego empecé a publicar mi proceso.
- Construí una red afectiva de amigos que me apoyaron en todo momento, que estuvieron pendientes de mí, que me visitaron, me llevaron a sus casas, me malcriaron, me consintieron, me invitaron a comer , tomar y al cine mil veces… Durante los meses más duros del duelo no estuve sola los fines de semana, estos son los peores días, ya que la mente no está tan ocupada como lo está de lunes a viernes, no te permitas revivir el dolor y la angustia, sal de casa o recibe a gente que te ama.
- Empecé a hacer ejercicios de nuevo, Boot Camp, Body works, Spinning.. Me sentía viva, feliz, de nuevo viviendo.
- Las sugerencias de Youtube me llevaron a conocer al Dr. Wyne Dyer, psiquiatra y consejero espiritual cuya película El Cambio y sus conferencias me ayudaron muchísimo a cambiar mi perspectiva de la vida, también así me topé con Bernardo y Alejandra Steamateas una pareja que trabaja en la reconstrucción de la vida de las personas, terapéuticamente. Sus videos están en Youtube y hay millones para cada sensación que uno tenga en momentos de duelo y pérdida. Me dediqué a ver uno o dos vídeos de estos a diario. Tienes que sacar tiempo prioritariamente para atender tu salud emocional. Sin excusas.
- Le escribí cartas macabras a él, cartas que nunca envié pero expulsé el dolor de mi organismo poco a poco.
- La mente: aprende a vaciarla. Los momentos de dolor vienen cuando anticipas el futuro con pensamientos negativos sobre lo que puede venir y no controlas o recuerdas las causas del dolor, que ya pasaron y tampoco puedes controlar. Distrae la mente. Me volví adicta a juegos como Candy Crush y Governor of Poker, Legue of Legends, Plantas VS Zombies, Sims 3, entre otros..
- En momentos de desesperación o dolor agudo, respira profundo sentado con piernas cruzadas, y expira lento contando hasta 20 e imaginando que haces algo que te gusta, en mi caso, cantar, dibujar, escribir o ir a nadar. Quedaba tan relajada que me daba sueño y me dormía. Eso se llama también vaciar la mente.
- Cada mañana camino al trabajo o a la universidad daba gracias a Dios, recordando que era un día más, había podido estar de pie un día más…y pase lo que pase el sol no estaba dejando de salir. Este proceso es de un día a la vez, de paciencia.
- Me hice una lista de cosas que siempre había querido hacer y no había hecho por equis o ye y las he venido haciendo: Aprender a bailar salsa o bachata, ir al teatro o al ballet, completar las estaciones de Boot Camp, aprender otros idiomas, entrenar frente al mar, lanzarme en parapente o esquiar, conversar con desconocidos a donde quiera que vaya, esperar un atardecer y tomarle foto de inicio a fin, graduarme de abogado… En fin… mil cosas que ya he hecho y otras tantas que tengo por hacer.
- Compré unos pasajes a Estados Unidos y fui a citarme con la posibilidad de una nueva vida… La planificación del viaje me mantuvo entusiasmada y ocupada. Me reencontré conmigo, me reedescubrí y tomé una de las decisiones más importantes de mi vida: emigraré y haré justo lo que más feliz me hace a mí. Me reconcilié conmigo, aunque tengo mis discusiones con el interior de vez en vez.
